No olvides que una vez tu fuiste sol no olvides ni la tapia ni el laurel no dejes de asombrarte al asistir a un nuevo nacimiento en tu jardín. No pierdas una ventana no entregues tus mañanas de aguaceros y juegos ni desentierres tesoros, viejos. No ocultes lo que ayer se te ofreció no escondas ni la pena ni el dolor no dejes que una nube diga adiós, no saltes en pedazos, no ocultes tu diamante, no entregues tu perfecto amanecer ni tus estrellas, ni tu arena, ni tu mar ni tu incansable caminar, vete de nuevo hasta el arroyo donde esta tu mejor canto. Y ve, cálmale la sed a tus enormes prados no permitas que se pierda tu cosecha hoy que hasta la lluvia fiel no te ha escuchado y busca tu raíz Y dale la caricia a la que siempre espera la única manera de hacerla que vuelva a ofrecerte frutos hasta en el invierno y no olvides que una vez, tu fuiste sol Y ve, desata esos diques de corrientes presas déjate llevar y vuelve a ser jinete baja hasta tus valles de palomas sueltas que este es tu país Donde están tus riendas donde esta tu espuma donde abandonaste tu camino entonces donde naufragaste haz crecer mil rosas, y no olvides que una vez tu fuiste sol.

martes, 10 de agosto de 2010

Soma

Hemos perdido la capacidad, hermanos mortales,
de contemplarla sencillamente.
de disfrutarla,
y de describirla.

El otoño como la muerte.
Milagrosa muerte, que es también parte de la vida,
pero nos hemos empeñado en eliminar uno de los términos de la polaridad.
Como si la vida pudiera recortarse.
Y en un abrir y cerrar de ojos ya no producen dolor, ya no despiertan nada.

Pero los fieles tenían razón,
algo se esconde al final de los vasos,
algo, que me deja inerte al descubrirlo.
Como si el líquido que de ellos bebiera,
fuera mi vida, y se va acabando.

Prefiero no terminármelo, no descubrirme en el reflejo.
Que perdure mi vida en esta pausa
Y disfrutar el después en otro rato.

Otro rato impuro.
Otro rato de nadas.
De oscuros sin grises
y tan de todos como de sin sentido.

¿Y entonces?
Entonces, si.

Vuelve entonces una música musa,

y un beso entre cuerdas de guitarra.

Y entre labios, las bocas fresas,

los dientes blancos

muerden, pero también aman.

Y nada tienen que ver ni con el fondo ni con el filo de los vasos.

Ahora es otra el agua que corre,

es otro el candor,

es otra la cálida poesía.

¿Y entonces?
Entonces si, nos queda algo.

Palabras tan simples como amor o genocidio

Palabras como hogar y como hospicio.

No hay más palabras rimbombantes como rimbombante.
Porque a fin de cuentas, solo me encanta el color de las hojas.
Diferentes tonos sobre los árboles.

Tonos de otoño,
Tonos de muerte
Que es tan muerte,
Como la vida.

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